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Southwark Bridge

from AMBULANS LONDINENSIS by Miguel Alonso

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En la misma orilla del río, escasos metros más adelante, podemos escuchar un ambiente muy similar al de la grabación anterior. Si bien la presencia del tráfico terrestre es superior a raíz de la acústica del espacio, todavía es posible sentir la presencia del río, concretamente de su caudal chocando con los muros que en sus extremos se levantan. El rumor de las aguas agitadas se ve complementado por alguna clase de comunicación radiofónica, fácilmente distinguible en cuanto carece de las frecuencias graves que caracterizan la comunicación directa así como aparece plagada de breves lapsos de interferencias.

Se trata de una grabación algo accidentada, como podremos comprobar por las distorsiones generadas por un ligero viento que acosa a los micrófonos. Las particularidades acústicas del espacio, una esquina con un ligero techado, facilita la claridad de las leves fonéticas (¿eslavas?) que transitan la zona y nos dan una idea de la calidad del lugar. Asimismo, la reverberación de los pasos de los transeúntes, en diversos tempos y con diferentes matices de arrastre, nos indica el tipo de práctica del espacio: una práctica casual, un "pasaba por allí" que dibuja el contorno de un espacio en absoluto emblemático pero que si contiene algunos de los elementos estadísticamente más característicos de la ciudad londinense. También es posible distinguir trazas del tráfico ferroviario (particularmente el sonido de los frenos de algún tren o metro cercano) y aéreo (los zumbidos de los motores de algún aeroplano, difícilmente localizables).

Elementos, todos ellos, que nos traen de vuelta a las reflexiones que proponíamos para la pista anterior, que hay que extender a ésta también. Se trata, por tanto, de un ambiente que podríamos identificar con el transcurrir cotidiano de la vida urbana. Un ambiente infraordinario, que diría Perec, que no es característico por eventos fuera de lo común. Es curioso comprobar cómo este tipo de ambientes, así como otros aspectos sensibles de los mismos, no suelen figurar en guías turísticas ni en la memoria de su usuarios. Lo que se destaca de la ciudad, tanto a nivel sonoro-sociofónico como en otros, es lo que está dispuesto como atractivo, nunca lo cotidiano. De este modo, lo que nos puede resultar familiar, losambientes y entornos sonoros que conocemos, practicamos y producimos de una forma casi automática son los que asimismo consideramos “banales”, carentes de información en cuanto redundantes. Al hilo de esta reflexión toman otro color las palabras de Barthes, que afirmaba lo siguiente:

"No hay ningún sentido que el hombre no tenga en común con los animales. Sin embargo, es bien evidente que el desarrollo filogenético y, dentro de la historia del hombre, el desarrollo técnico, han modificado (y seguirán modificando) la jerarquía de los cinco sentidos. [...] La audición, por su parte, parece esencialmente ligada a la evaluación de la situación espacio-temporal (a la que el hombre añade la vista y el animal el olfato). La escucha, constituida a partir de la audición, es, para el antropólogo, el sentido propio del espacio y el tiempo, ya que capta los grados de alejamiento y los retornos regulares de la estimulación sonora. Para los mamíferos, su territorio está jalonado de ruidos y olores; para el hombre -fenómeno a menudo desestimado- también es sonora la apropiación del espacio: el espacio doméstico, el de la casa, el del piso (el equivalente aproximado del territorio animal) es el espacio de los ruidos familiares, 'reconocibles,' y su conjunto forma parte de una especie de 'sinfonía doméstica'". (Barthes, 1982:244)

Es importante diferenciar entre lo que Barthes llama "apropiación sonora del espacio" y lo que Blesser y Salter denominan "auditory cultures", que podría traducirse como “culturas auditoras” o quizá mejor “culturas auditivas”. Ambas nociones pueden ser englobadas dentro de un conjunto mayor de prácticas acustemológicas pero la primer remite en mayor medida a la producción sociofónica y la segunda a las prácticas interpretativas. Por tanto, la sinfonía (doméstica o pública, en el caso que nos ocupa) a la que Barthes hace referencia al final de la cita tendría que ver tanto con una realidad física que hace inevitable la generación de energía acústica ligada a la práctica social del espacio, como con la realidad psicosocial que necesariamente nos lleva a interpretar todo aquello que llega a nuestros oídos en contraste con la actividad que estamos llevando a cabo en el espacio que lo estamos haciendo.

Todo ello nos lleva a preguntarnos por la naturaleza de nuestro objeto de estudio, es decir ¿qué es un sonido y qué procesos o dinámicas tiene que ver con lo que definimos como sonoro? El siguiente fragmento de la obra "De Anima" de Aristóteles puede ser clarificador:

"Comencemos haciendo ahora algunas distinciones en torno al sonido y a la audición. El sonido puede entenderse de dos maneras, en acto y en potencia. [...] El sonido en acto es siempre producido por algo, contra algo y en algo. El agente es, desde luego, un golpe y de ahí la imposibilidad de que se produzca un sonido si hay solamente una cosa, ya que el cuerpo que golpea y el golpeado han de ser distintos: luego lo que suena, suena contra algo. El golpe, a su vez, no se produce a no ser que haya un desplazamiento. [...] En cuanto a las diferencias entre los sonidos, se ponen de manifiesto en el sonido en acto: y es que, de la misma manera que no se ven los colores si no hay luz, tampoco se pueden percibir lo agudo y lo grave si no hay sonido."

En términos absolutos, y echando mano del esquema tradicional de la comunicación, podríamos asegurar que un fenómeno sonoro posee tres fases bien diferenciadas. En una primera fase ocurre lo que Aristóteles describe como un golpe: un fenómeno físico que, más allá de las intenciones relativas a su origen, inicia una corriente de energía sonora o acústica. Energía que necesariamente ocurre en una localización determinada, en un medio, en una calle, en una plaza, en un parque: en un espacio. La segunda fase del proceso nos remite a un espacio que pasará a formar parte de la señal en cuanto aportará los matices de la acústica que le es propia y que viene determinada por un orden arquitectónico y urbanístico particular. Una vez los aportes del espacio de producción se han visto sumados a la señal entraremos en la tercera fase, la relativa a la percepción y cognición de la señal. En primer lugar es necesaria una estructura fisiológica determinada, un sistema auditivo capaz de captar las vibraciones propias de la señal y un sistema de valores capaz de interpretar y categorizar lo escuchado.

Un sonido es, en resumen, un proceso que comprende variables físicas, ambientales, urbanísticas, arquitectónicas, fisiológicas, psicológicas y culturales en donde la única constante es lo estructural, en donde el hilo conductor es la propia señal sonora. De la misma forma que más allá de las atmósferas planetarias no existe lo sonoro ya que la señal no está inmersa en un medio adecuado a su transmisión, un medio a través del cual la señal se pueda mover, sin cualquiera de estas variables la ecuación estaría incompleta. Asimismo, cuestión frecuentemente obviada, si eliminamos la variable socio-cultural tampoco es posible el proceso.

Quizá sea esta la explicación de por qué los sistemas de gestión de lo sonoro en las ciudades funcionan bajo mínimos. Por un lado responden a la misma lógica que la gestión de desechos: el punto de partida no es la gestión de lo sonoro per se sino, más bien, la gestión de lo sonoro molesto (el "ruido"). Por otro lado también atienden a una lógica negativa fundamentada en valores presuntamente objetivos, valores producto de una matematización de la realidad, de la reducción de lo sonoro a valores matemáticos que obvian las variables psico- sociales y culturales. Y no sólo son obviadas, sino también marginalizadas, reiteradamente apartadas del debate. Quizá sea debido al prestigio que este paradigma técnico-sanitario parece poser entre la clase social que históricamente ha venido desempeñando las labores de gestión urbana (su efectividad es indudable, aunque siempre dentro de contextos muy determinados, no lo olvidemos), pero también en parte debido a las dinámicas académicas internacionales, las variables psico-sociales a este respecto son objeto de burla y estigmatización cuando, al hilo de las reflexiones mostradas hasta el momento, podrían ser una cuestión clave en relación a la mejora de la calidad de vida en los asentamientos humanos.

credits

from AMBULANS LONDINENSIS, track released August 18, 2013
Miguel Alonso / LEA ediciones
leaediciones.net
(CC BY-NC-SA 3.0) 2013
[lea009]

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La Escucha Atenta Gijón, Spain

La Escucha Atenta is a publishing label based in Gijón (Spain) founded by Juanjo Palacios in 2011. Its editions focus on field recording-based works.
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La Escucha Atenta es un sello editorial con sede en Gijón (España) fundado por Juanjo Palacios en 2011. Sus ediciones están centradas en trabajos basados en la grabación de campo.
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